El desarrollo del ser humano está gobernado por leyes, no por artificios, y la ley de causa y efecto es tan absoluta e inevitable en el reino oculto de los pensamientos como lo es en el mundo de los objetos visibles y materiales. Un carácter con templanza y discipliina no es asunto de la suerte o el azar, sino el resultado de un constante esfuerzo de crecimiento interior donde se albergan los pensamientos correctos y positivos, los codigos, las buenas enseñanzas, el efecto de una muy larga y apreciada asociación con pensamientos admirables y positivos de construcción y superación. Un carácter autodestructivo, bestial, dominado por la ira, el rencor, la envidia, el maltrato , son el por contrario, el resultado de pensamientos oscuros, negativos, limitantes, destructivos albergados continuamente en nuestra mente más profunda que podemos definir como subconsciente.
