Una opinión masculina sobre nuestra forma de guardar secretos. Cómo ocultamos, convencemos y nos la rebuscamos para nunca, pero nunca, ser descubiertas.
Fabio Fusaro
Muchas veces se han hecho comparaciones entre las mentiras masculinas y las femeninas. Se dice que los hombres mentimos más. Yo siempre sostengo que no es que los hombres mentimos más, sino que las mujeres mienten mejor. Y por eso son descubiertas menos veces.
Esto sucede por una razón increíble pero real:
Esto sucede por una razón increíble pero real:
“Las mujeres pareciera que se creen sus propias mentiras”.
Y por eso es muy difícil descubrirlas. Cuando mienten no solo lo hacen con la palabra sino con todo el cuerpo, con sus movimientos, con los gestos, con la mirada, con el tono de voz, con las lágrimas, con todo.
Lloran y uno dice: “No…no… no me puede estar mintiendo”. Y entre las ganas que tenemos de creerles y semejante demostración de sinceridad, caemos.
Y eso cuando encima tenemos al menos una punta de la mentira. Porque si no la tenemos, perdimos: no hay forma de descubrirlas.
¿Qué podemos hacer al respecto? En la mayoría de los casos, nada.
Ahora, en el caso de que tengamos alguna punta… Alguna prueba de que nos está mintiendo, REMITÁMONOS A ESA PRUEBA. No nos dejemos convencer por sus maravillosos actings. La mina puede mentir… Y muy bien. Las pruebas contundentes que podemos tener, no.
Si tu hermano te dice que la vió con otro hombre, creele. Por más que ella te jure por lo más sagrado que no es cierto, por más que se deshidrate llorando y la tengan que internar con un ataque de pánico.
¿Qué podemos hacer al respecto? En la mayoría de los casos, nada.
Ahora, en el caso de que tengamos alguna punta… Alguna prueba de que nos está mintiendo, REMITÁMONOS A ESA PRUEBA. No nos dejemos convencer por sus maravillosos actings. La mina puede mentir… Y muy bien. Las pruebas contundentes que podemos tener, no.
Si tu hermano te dice que la vió con otro hombre, creele. Por más que ella te jure por lo más sagrado que no es cierto, por más que se deshidrate llorando y la tengan que internar con un ataque de pánico.
Por Fabio Fusaro, escritor y counselor. Autor de los libros “Mi Novia – Manual de Instrucciones”, “La Mujer de tus Sueños” y “Mi ex–novia".